Los niños y
niñas tienen derecho a opinar y a ser escuchados como medio de reconocimiento
de su ciudadanía, en las decisiones que los adultos toman a nivel institucional
(familia – escuela –sociedad-comunidad) en el caso de aquellos procedimientos
que les afecten.
Enviamos un mensaje a los niños y
niñas del mundo que están sufriendo, que están siendo víctimas de la guerra en
otros países del mundo: “…Les enviamos un
abrazo gigante y un beso desde lo más profundo de nuestro corazón. No pierdan
la esperanza de lograr la paz, los niños y niñas no tienen nada que ver en la
guerra de los adultos”. –Los gobiernos y grupos en conflicto tienen que tomar
conciencia de que las familias sufren, por lo único que tienen que luchar es
por lograr la paz. (Juan Córdoba, Eduar
y Jhonatan Roa – niños del programa infancia y familia de Chigorodó).
¿Estaremos los adultos en condiciones
de darles voz a los niños y niñas, de escucharlos y de respetar su voluntad?
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En la familia somos
escuchados a veces por nuestros padres: No nos escuchan cuando no decimos
cosas importantes para ellos. Sentimos
que nos escuchan sobre todo cuando les comunicamos nuestras necesidades: útiles
escolares, uniformes, vestido, ayuda en las tareas escolares, un computador
para consultar las tareas, entre otros. Cuando pedimos, a veces sí y a veces no
nos atienden, siempre nos piden plazos.
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En la escuela somos
escuchados
si después de haber pedido la palabra nos la da el profesor. Nos sentimos
escuchados y reconocidos cuando estamos en peligro y los compañeros piden
ayuda. -No nos sentimos escuchados por el personal administrativo (ellos no
están formados para escuchar), sobre todo cuando no tenemos profesor en el
aula, cuando queremos comunicar una queja o esperamos que alguien nos autoricen ir a casa. Los funcionarios se nos muestran muy ocupados,
simulan hablar por celular y no nos prestan atención, nos ignoran. –Sabemos bien que nos escuchan aquellas
personas con las que tenemos diferencias, aquellos que no nos quieren. Si
estamos en peligro no nos defenderán, serán indiferentes.
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-En las calles, en la
comunidad, en la cuadra y la vecindad: A veces los adultos nos escuchan, al
menos nos responden un saludo, cuando nos conocemos, de lo contrario no. Algunos adultos escuchan a los niños y niñas
si están en peligro… “(…) el año pasado el papá y el niño fueron al colegio a
recibir las calificaciones, el niño perdió ocho materias, al salir del colegio,
el papá le pegó al niño puños y patadas, encontró tirado un neumático de
bicicleta, lo cogió y lo golpeó. El niño gripo y pidió ayuda a un adulto que
pasaba, éste le dijo al padre: No le pegue al niño en la calle, cálmese usted y
hable con él en su casa… el padre dejó de golpear al niño.” (Relato de Eduar
Enrique, mayo de 2014).